Voluntariado estudiantil, más que una tarea, una responsabilidad

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 En nuestro país tenemos varias características que nos identifican, con la que nos reconocen en otros lados y claramente una de ellas tiene que ver con la solidaridad. Es aquí donde nuestros jóvenes generalmente nos impresionan y llenan de orgullo, sacando lo mejor de nuestra idiosincrasia a través de las diferentes acciones que se desarrollan.

Muchas veces se habla de una tarea pendiente, de educar para luchar contra la desigualdad, donde cada vez más instituciones públicas o privadas nos sorprenden con actividades de voluntariado de alto impacto, y con inversiones de recursos millonarios en su desarrollo, moviendo cantidades impresionantes de voluntarios a sus campañas. Sin embargo, ¿estamos cumpliendo de verdad con esta responsabilidad? La verdad es que se debe realizar una autocritica al momento de evaluar estas situaciones y utilizar el concepto de “terminar con la desigualdad” construyendo una vivienda para una familia, o arreglando un plaza, pintando las veredas de un barrio, es difícil de descifrar. 

Las intervenciones en este tipo de acciones deben poseer continuidad y un carácter permanente de desarrollo, apadrinar muchas veces a un sector o una comunidad y generar un trabajo responsable a largo plazo con el fin de poder observar resultado concretos y reales en la superación de las dificultades que el lugar a intervenir pueda presentar. Muchas veces construir una vivienda es una gran obra, pero es menos que ver aprender a leer a una persona de 40 años, o entregarle capacitaciones para el desarrollo personal a un dueña de casa para el desarrollo de su PYME. 

Todas las obras tienen un alto impacto, sin embargo el desarrollo continuo nos entrega la opción de poder visualizar el crecimiento de lo que estamos realizando y sentir de verdad el aporte que estamos generando en nuestra comunidad. La tarea del voluntariado es permanente y la responsabilidad continua, quienes nos atrevemos a ser parte de este tipo de desafíos debemos comprometernos no sólo con el aporte que esto es para nuestro país y el beneficio que pueda significar en los lugares intervenidos, sino que va más allá. El voluntario es un agente de cambio, que si observa y comprende lo que hace durante su paso por la experiencia que decide vivir, será un aporte gigantesco al cambio y cultural.

Eduardo Quinteros Rodríguez
Director Asuntos Estudiantiles AIEP